
A lo largo de mi experiencia, más de una vez me he encontrado con documentos con información acerca de un proceso tan completos, que ni tan siquiera olvidan repasar consejos sobre cómo usar o incluso sobre como sacar el mejor rendimiento a las herramientas propuestas y que, en definitiva, costaron un buen número de horas a un trabajador o a un grupo de trabajadores que, al finalizarlo, se habían sentido completamente satisfechos con su resultado.
El problema radicaba en que en la mayoría de las veces, tras una pomposa presentación en la que los autores recibieron muchas palmaditas en la espalda por tan concienzudo trabajo, nadie leía estos documentos.
Esto es una muestra clara de que, en este caso el emisor, no está logrando que se produzca una buena comunicación, lo que, al menos en teoría, debería ser el objetivo por el cual decidió plasmar en su documento la información sobre ese proceso en concreto.
Por tanto, llegamos al momento en el que quizá tengamos que replantearnos un cambio radical del documento teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Y puestos a replantearnos un cambio radical, quizá tampoco estaría de más, manteniendo los aspectos anteriormente indicados, pensar en un cambio en el formato elegido y, aprovechando las capacidades del HTML, darle una vuelta de tuerca y re-elaborar la documentación del proceso por diferentes niveles (partiendo desde los aspectos más generales a los aspectos más particulares) y/o dando distintas vistas en función del rol dentro de la organización de cada posible receptor de nuestro mensaje.
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