El color puede usarse como una herramienta en la oficina ya que, a través de nuestros sentidos, es capaz de afectar nuestra mente pudiendo provocar tanto efectos estimulantes como relajantes.
Esta dualidad de reacciones es la causa por la cual debemos mantenernos alerta a la hora de seleccionar los colores para nuestro entorno de trabajo, eligiendo de manera consciente el color más adecuado a cada espacio en función de las diferentes actividades que en cada uno de ellos vayamos a realizar.
Debe prestarse especial atención al campo de visión del empleado en su puesto de trabajo habitual. El uso no ergonómico de los colores (pantallas rojas que sobreexcitan, un alto contraste entre tableros negros y papel blanco,...) llegan a dificultar la concentración y pueden provocar fatiga ocular y estrés. Además, para prevenir la monotonía, puede ser recomendable cambiar el color en función de las actividades llevadas a cabo en los distintos entornos.
La semana que viene entraré en detalle en los efectos que provocan, en general, diferentes colores, para que así puedas comenzar a redecorar, con conocimiento de causa, tu oficina.
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